domingo, septiembre 30, 2012

Día 17. Oamaru, Lago Benmore, Omarama y sus HotTub!



Por Rober
Hoy se nos han pegado un poco las sabanas, y después del desayuno y poner las cosas en orden, hemos seguido en ruta hacia el centro de la isla. Nuestra primera parada he sido en Oamaru una ciudad (pequeña sí, pero para los habitantes que tienen aquí los pueblos, esto es una ciudad) en la que al menos las calles principales son diferentes a las de por aquí. Los edificios tienen un aspecto mucho más europeo, y todo esta relacionado (turisticamente hablando) con la Inglaterra Victoriana. Las calles, los coches antiguos, las bicicletas (de esas que tienen una rueda enorme y la otra normal), los vestidos de las tenderas, sombrererías, el tren, etc. Una vez al año aquí se forma una feria en la que todo el mundo va disfrazado de esa época.
En la calle principal hay un museo que nos llamo la atención, el Steampunk HQ. En la puerta hay un tren, que si le echas una moneda suelta vapor y fuego por la chimenea, y un Zeppelín al lado; por lo que no tenía mala pinta. Error!

Al entrar al museo (bastante caro) hay varias salas oscuras, en el que se pueden ver, motores viejos, alguna cosa antigua y proyecciones en la pared. Dicho así no pinta tan mal, pero es que las cosas antiguas eran todo chatarra, trastos viejos que nada tienen que ver con el Steampunk, todo mezclado, no se por que, con calaveras y cañerías de plástico. Eso sí con algún engranaje pegado para aparentar.
Y para colmo la exposición sigue en un patio al aire libre donde puedes ver las mismas cosas que verías en un desguaze abandonado. Piezas de maquinaria tiradas, ruedas de caucho, un vagón de tren desmantelado que daba asco hasta entrar, hierros, piezas de tractores oxidadas, canastas… vamos que muy Steampunk todo… Total que nos fuimos con nuestra desilusión a otra parte.

En fin siguiendo la carretera llegamos a otra zona de lagos, aunque esta vez eran artificiales, construidos por medio de presas para abastecer de energía eléctrica a una gran parte de la isla. Desde una de las presas, la que forma el lago Benmore se puede hacer una ruta desde la que hay buenas vistas de toda la zona, así que con las botas puestas, nos vamos para el monte!


La ruta es corta, unos 45 minutos, pero no es nada fácil. El sendero es todo el rato de subida por la ladera de la montaña haciendo zigzag con algunos tramos de bastante inclinación. Pero al llegar arriba merece la pena haber subido. Unas vistas magnificas! Se puede ver como el lago ha inundado todo el valle metiéndose por todos los recovecos entre las montañas, y a lo lejos se puede divisar la cordillera alpina que recorre la isla de norte a sur. Justo nada más bajar, a pocos metros del parking empieza a llover, menos mal que el cielo se ha esperado!


Seguimos la ruta hacia el pueblo de Omarama, donde pasaremos la noche. Después de comer (bastante tarde, para los horarios de aquí) y dejar la caravana en el camping, hemos ido a relajarnos. ¿Donde? A unas “hot tub”, que son bañeras de madera, con agua caliente y al aire libre. Una maravilla!!

 
Al final mi madre tenía razón y nos van a cocinar los caníbales
Son privados, para 2, o 4 personas, y con unas vistas fantásticas a las montañas y a un lago artificial con patos. Como fuera hace fresquito da gusto meterse en el agua caliente hasta que se te caiga la piel :D
El calor se regula echando leña a una chimenea que calienta el jacuzzi desde abajo, y cerrándola cuando el agua ya esta suficientemente caliente. Es una pasada; escuchando los pajarillos, viendo las montañas, con el aire fresco en la cara… total, que hemos estado a remojo más de hora y media.

sábado, septiembre 29, 2012

Día 16. Dunedin, Otago y Moeraki boulders



Por Rober
Hoy ya hemos acabado de visitar la zona sur de la isla; y hemos cogido dirección hacia el norte por el lado este; nuestro primer objetivo ha sido la ciudad de Dunedin. Es la segunda ciudad más importante de la isla sur; y ha resultado ser más bonita de lo que nos pensábamos.
Todo el centro de la ciudad se sitúa alrededor de una plaza llamada “Octogon” y allí es donde están los edificios más importantes; dos catedrales y bajando por una calle se encuentra el palacio de justicia y la estación de tren. Toda esta parte tiene un aire muy europeo, y además todo está muy cerquita y se puede visitar en un rato.
Como curiosidad, en esta ciudad esta la calle más empinada del mundo, pero como no la he encontrado en el mapa no hemos ido a verla; por que además, no íbamos a tener ganas de subirla :P

 La estación de trenes de Dunedin

Después de ver la ciudad y comer en un restaurante Japones (muy rico pero bastante caro), hemos ido a la península de Otago; que sale de la ciudad siguiendo una carretera que da un poco de miedo. Al menos conduciendo un trasto tan grande; Un carril por cada sentido, que se van estrechando según avanza la carretera. Esta toda llena de curvas bordeando la península, y al lado izquierdo, el mar a unos 30cm del carril!!
Cuando hemos llegado hasta el final se puede ver un acantilado donde hay cientos de gaviotas, albatros y patos que anidan allí, y se les ve entrando y saliendo volando entre las rocas. En la cima del acantilado hay un faro y un centro de protección del albatros; en donde si pagas, te enseñan como anida y se les puede ver más de cerca.
En esta península también salen excursiones para ver de cerca de los pingüinos; tras varios días intentándolo, todavía no hemos podido ver a ninguno.


Siguiendo nuestra ruta hacia el norte, hemos parado en un camping que esta al lado de la playa (donde también se supone que hay pingüinos, pero nada…). Al lado de este camping se encuentran las Moeraki Boulders, unas extrañas rocas esféricas, esparcidas por la playa, que se crearon hace 60 millones de años. Dicen que se formaron de la misma manera que las perlas dentro de las ostras, añadiéndose capas que se petrifican con el paso del tiempo.

 En plan Katamari 

Hay unas cuantas en la arena que se pueden ver cuando baja la marea, pero se supone que entre la tierra de al lado de la playa y por debajo de la arena hay muchas más. La verdad es que es muy curioso verlas allí golpeadas por las olas.
 

Antes de volver a la caravana, un ultimo vistazo a ver si aparece algún pingüino, pero nada. Otro día será.


viernes, septiembre 28, 2012

Día 14 y 15. Milford Sound y los Catlins


 Hoy hemos ido a ver la que dicen, es la octava maravilla del mundo. Tras bañarnos en repelente de insectos, nos montamos en el barco, donde nos esperan dos horillas recorriendo este fiordo, el más famoso del mundo.



Lo cierto es que las vistas son impresionantes, los desfiladeros por los que pasas, hacen que te sientas diminuto, las cascadas (por todos lados, de todas las formas) son impresionantes y las vistas portentosas. Además, el agua refleja las montañas y rocas de una forma espectacular.  Hacemos todo ese recorrido puestos en el mejor sitio del barco, es decir, en la proa, aunque hacía un poco de rasca y las manos se nos quedaron congeladas. Hicimos muchísimas fotos y todas una pasada, ya os las enseñaremos!


 Después de esta experiencia tan chula, nos queda volver por el camino horrible que os describí el otro día. Cuestas, desfiladeros, riesgo de aludes, puentes de un solo carril... Pero bueno, lo superamos sin problemas y paramos en los llamados "Mirror Lakes", que nos pillan de camino. Lo que tienen de especial es que son lagos de agua dulce, pequeñitos ellos, que normalmente están en calma y hacen que las montañas se reflejen en ellos como un espejo. Lamentablemente hoy hace algo de viento y las aguas no están calmadas. Aún así hacemos algunas fotos bien chulas.

Ahora nos toca una buena tanda de carretera, porque tenemos que ir a la zona sur, que está bastante alejada, y además entre medias no hay nada chulo que ver. A mitad de camino paramos en un camping... el mejor de todos los que hemos visto hasta ahora. Muy bonito, bien cuidad, con un señor la mar de majo y unas instalaciones nuevas y cuidadísimas. Estuvimos allí jugando a juegos de mesa, viendo la tele y cenando. Un buen y merecido descanso! Además, tuvimos la estupenda ocasión, gracias al amable dueño del camping, de dar de comer a unas ovejitas y a una avestruz enoooorme. Que impresión! De eso no hay fotos, pero si un vídeo muy chulo que ya os enseñaremos al volver.

 Ya al siguiente día llegamos a la peninsula de Bluff, la más al sur de la isla sur, y nos maravillamos con sus enormes y preciosas playas.Incluso se puede ver perfectamente la isla Stewart, un islote bastante grande al sur de las dos islas principales. Al final, pasamos toda la mañana en un faro precioso rodeado de una playa enorme y blanca, donde se pueden ver leones marinos en su hábitat natural. Nosotros nos encontramos dos bien grandes echándose la siesta y posando para nosotros. Dan bastante impresión cuando se mueven, y un poco de miedo también!



 Total, que pasamos toda la mañana paseando, sentados en la hierba con unas vistas maravillosas y charlando del viaje en general. Una mañana muy agradable y tranquila. Eso si, esta zona está azotada por unos vientos enormes (suerte que hoy está calmado) y hace que los árboles tengan una forma la mar de divertida. Hemos sacado algunas fotos muy chulas, como por ejemplo esta que sigue.


Nuestro siguiente objetivo es la zona de "Kaka Point" (si, no lo he escrito mal), una zona costera con playas preciosas donde nuestro objetivo es divisar pingüinos, ya que anidan por ahí. De camino, hemos parado a ver unas cascadas preciosas, cuyo nombre no recuerdo porque era larguísimo y muy raro. De las más bonitas que hemos visto (y hemos visto muchísimas).


Lamentablemente, aun en varias playas, los pinguinos deben ser muy vergonzosos y no han aparecido, así que nos hemos quedado con las ganas (y con unas fotos alucinantes, todo hay que decirlo). Como ya se nos estaba haciendo de noche, hemos parado en una zona con puntos de luz y una señora muy chocante que nos ha cobrado, y con internet gratis sin límite de tiempo, lo cual está muy bien. Por contra, el aparato eléctrico que nos calienta por las noches se nos ha roto, así que hemos tenido que dormir con ropa y con tres mantas... hoy habrá que comprar otro si no queremos congelarnos, que las noches son muy frías!!




miércoles, septiembre 26, 2012

Rumbo al los fiordos. Día de carretera y manta.

Por Juanjo

La verdad es que hoy ha sido un día con pocas cosas que contar, nos hemos pasado casi todas las horas de luz conduciendo rumbo a los fiordos, que están así como... a tomar por culo.

Eso si, antes de ponernos en camino teníamos que visitar un pueblo pintoresco que viene en la guía, y que solo estaba a unos pocos kilómetros de desvío de nuestro destino. Se trata de Arrowtown, un pueblo minero que tiene como característica que ha conservado su idiosincrasia arquitectónica, al menos en sus dos calles principales. Vamos, un pueblo del oeste entre montañas.

Estaba chulo, pero ha sido bastante decepcionante. Lo que le fallaba, y en eso estamos deacuerdo tanto Rober como yo, es que eran calles donde aparcan los coches, lo que rompe todo el efecto que los edificios podían tener... Pero bueno, hemos hecho de tripas corazón y, guiándonos por un cartel en el que ponía "En Wendy´s hemos ganado 5 años consecutivos el premio al mejor rollito de queso de Nueva Zelanda", o algo así. Yo quiero ser juez en un certamen de rollitos de queso!!

El caso es que no podíamos decir que no a semejante publicidad y hemos entrado dentro a probarlos. Wendy tenía todo el derecho del mundo a ese premio... ¡¡¡BUENÍSIMOS!!!

Con el estómago lleno nos esperaban unas cuantas horas de carretera, así que armados de valor nos hemos puesto a ello. Sé que me vais a llamar pesado porque siempre digo lo mismo, pero es que esta vez tengo que decirlo de nuevo... Las carreteras más espectaculares por las que hemos conducido nunca. Hemos visto de todo, un valle gigante -Pelennor en el señor de los anillos, hemos rodado un poquito de nuestro cutre-corto allí- con montañas nevadas al fondo, una subida a una montaña alpina elevadísima donde todo todo todo chorreaba agua, una zona de alto riesgo de avalancha que parecía de ciencia ficción. La os enseñaremos los vídeos, quitan el aliento.


 Todos los rincones tenían cosas increíbles a los que hacer fotos, y hemos tenido que parar unas cuantas veces a inmortalizar lo que nuestros ojos veían, aunque no en todos los sitios te dejan parar, por el riesgo a aludes. Decir que es alucinante es quedarse corto.





Tras pasar un tunel estrechísimo, oscuro como la boca de un lobo y cuesta abajo, llegamos a nuestro destino, el fiordo más famoso del mundo, el Milford Sound. Pero ya estaba anocheciendo así que hemos ido al único camping que hay en la zona y hemos dormido aquí. En cuanto amanezca vamos a verlo, y a hacer un crucero de 3 horas que teníamos contratado desde el principio, para ver las que dicen, son las estampas más impresionantes del país. Me cuestra creerlo después de las maravillas que hemos visto, mañana os contaré!!


Curiosidades: En la zona sur de la isla sur, existen unos amigables insectitos llamados "Sandflies". En esencia, y en resumen, puedo deciros que son unas AUTÉNTICAS HIJAS DE PUTA ÁVIDAS DE SANGRE, que, si no vas preparado, te pueden estropear el día. Son una especie de mosquitos muy, muy pequeños, que en cuanto huelen carne humana van a por ti en un número de ejemplares enorme. Una nube de putos mosquitos que te pican por todos lados, y no se van ni aunque corras como un gamo... ¡que puto horror! Afortunadamente, vamos precavidos y con el correspondiente bote de repelente. Básicamente tienes que bañarte en él, y así parece que te dejan un poco en paz (solo un poco).



martes, septiembre 25, 2012

Día 12. Puzzle World, Queenstown y Jet boat!!!



Por Rober

 

Hoy al levantarnos como no había ni tiempo ni ganas de realizar ninguna de las caminatas que hay alrededor de Wanaka, hemos ido a hacer algo diferente. A las afueras de la cuidad se encuentra Puzzle World. Un lugar dedicado a las ilusiones ópticas, trucos, juegos, puzzles y un laberinto!
Tiene varias salas y se puede ver de todo, dibujos con engaños visuales, hologramas, una gran pared con caras esculpidas que parece que te miran según te vas moviendo, una habitación en la que creces o encoges…
Lo más divertido es una casa inclinada, que te deja loco!! Una silla se desplaza hacia arriba, el agua sube, las escaleras están torcidas. Da mucha impresión, e incluso marea un poco.
También hay un laberinto enorme en el que te puedes tirar un par de horas para llegar a cuatro torres que hay en cada esquina y luego encontrar la salida.
Cuando yo había conseguido llegar solo a dos y Juanjo a tres hemos decidido dejarlo, por que tampoco nos íbamos a pasar allí toda la mañana… Pero lo habríamos conseguido!!!

Después hemos conducido hasta Queenstown, una de las ciudades más importantes de la isla sur, y la ciudad de los deportes de riesgo. Aquí se puede hacer de todo lo que acabe en –ing; puenting, raffting, parapente, ski, quads, lanchas, Jet boat. Vamos todo lo que se te ocurra… aquí hay alguna empresa que te lo organiza.
Como ya veníamos con la idea de lo que queríamos hacer hemos ido corriendo a apuntarnos y nos hemos ido a comer.
El almuerzo en un restaurante decorado como en los años 50 americanos, con una camarera bigotuda muy simpática y Juanjo ha comido “uno de los mejores sándwich que ha probado” de carne de cerdo con salsa de manzana y col. La verdad es que estaba tremendo!!
Con el buche lleno nos ha recogido el autobús y nos ha llevado a la orilla del río. Nos hemos montado en jetboat!




Es impresionante… sin palabras, la velocidad que alcanza la balsa, los giros, el agua helada y a continuación el viento en la cara. El conductor acercándose todo lo que podía a las escarpadas orillas del río, casi parece que te vas a chocar y de repente un giro que te hace saltar del asiento. Como se desliza la lancha por los tramos de río en los que solo cubre un palmo y como pasa a toda velocidad junto a las rocas, para girar en el momento en el parece que te vas a dar contra ellas!! Una pasada!

Tras volver a la ciudad hemos subido a la “góndola” que es un funicular que te sube por una montaña que está casi vertical, para ver las vistas de la ciudad y del lago (Si, por que esta ciudad, también tiene su lago, y no uno cualquiera, el Wakatipu, mide 80km, lo que le hace el más largo de Nueva Zelanda y el tercero más grande del país.).

Las vistas desde el mirador son alucinantes, a la izquierda vez como aparece el lago tras las montañas, bajo tus pies la ciudad de Queenstown y hacia la derecha ves como la gran masa de agua se pierde entre dos cordilleras. Realmente es una experiencia. Las mejores vistas de una ciudad que hemos observado aquí en Nueva Zelanda. La ciudad parece una maqueta y los montes cambian de color con el paso de las nubes que se reflejan en el gran lago azul.

Como el resto de la ciudad allí arriba también has cosas que hacer; Hay un restaurante, una plataforma para hacer puenting, y subiendo por otro telesilla hasta la cumbre, te puedes deslizar con un trineo con ruedas, por una pista llena de curvas. Nosotros lo hemos probado y ha sido muy divertido, emocionados con la velocidad de la lancha de un rato antes, yo me he chocado contra una pared por no frenar y Juanjo casi se cae del trineo en la llegada!

Tras bajar otra vez a la ciudad con la góndola, hemos podido dar un paseillo por la zona central, es un sitio precioso, tres calles llenas de gente, tiendas y restaurantes y justo al lado el puerto y una pequeña playa al lado de un jardín botánico.
La verdad es que es una ciudad que me ha encantado, muy animada y bonita, mucha gente joven y rodeada por un paisaje increíble.
Así que después de tantas aventuras, es hora de ir a dormir!

Día 12. De lagos y cascadas



Por Rober.
 
Tras levantarnos un poco más tarde de lo normal (Que ya son muchos días y alguno hay que descansar un poco más) hemos seguido con nuestra ruta. Como ayer ya vimos los glaciares desde lo alto, no hemos ido a verlos desde el suelo y hemos seguido nuestro camino hacia el sur. La idea era avanzar todo lo que pudiéramos sin entretenernos mucho para ir ganando terreno. Al final hemos llegado hasta Wanaka, a 285km de donde nos hemos levantado, pero por el camino hemos visto unas cuantas cosillas (Y lo de cosillas es un decir, por que la mayoría eran enormes!!)

La primera parada ha sido cerca del lago Matheson. Es conocido por que esta situado en un lugar privilegiado; al estar rodeado de montañas y de árboles, casi no le da el viento. Y eso sumado a que sus aguas tienen un color marrón oscuro; cuando el viento esta en calma, el Mount Cook, que se encuentra situado enfrente se refleja invertido en el lago. Para dar la vuelta al lago hay que andar por un camino entre la vegetación, e ir parando en los diferentes miradores para ver las vistas. El recorrido completo dura una hora y media más o menos, pero entre las fotos y los bancos para sentarse a ver las vistas es inevitable tardar un buen rato más. La verdad es que es un sitio precioso y ver el monte reflejado en el lago rodeado de árboles y escuchando cientos de pajarillos a tu alrededor es una experiencia mágica.



En marcha otra vez, recorremos la costa por una carretera al lado del mar subiendo y bajando laderas, con curvas, acantilados, playas, etc. Hemos estirado las piernas en una curiosa playa, Bruce Bay. Esta llena de troncos y ramas arrastradas por la marea hasta las piedras de la orilla, paramos por casualidad y vimos que montones de estas piedras estaban firmadas por la gente que había parado allí dejando su mensaje. Y claro, nosotros no vamos a ser menos :D



Siguiendo por la carretera llegamos a la desembocadura del río Haast. En mi vida había visto un río con el agua más azul que este, te lo cuentan y no te lo crees. En los tramos en los que tiene más profundidad se puede ver perfectamente el fondo a través del agua color celeste.
El río desemboca en el mar a través de un desfiladero inmenso. Conducir por allí te hace sentir minúsculo, Enormes paredes de roca a cada lado en un valle muy amplio en donde el río se divide en miles de riachuelos hasta llegar al mar. Este desfiladero mide unos cuantos kilómetros hasta que en un desvío te metes en el valle y sigues el curso del río. El caudal es alimentado por montones de arroyos y cascadas que bajan desde las montañas. Solo paramos en dos, y eran muy bonitas, pero al menos hay otras dos grandes que se encuentran de camino por esa carretera. Lo bueno es que se llega a ellas muy fácilmente (la más lejana esta a 25 minutos).



La primera que vimos fue Fantail Falls, que cae desde lo alto por una pared vertical hasta llegar al río. Y la segunda que visitamos fue Thunder Creek Falls. En esta un chico ingles que estaba con sus amigos se atrevió a cruzar el río descalzo y por su cara no tubo que ser buena idea, por que el agua esta congelada!!



Un poco más adelante en el camino están las llamadas blue pools. Donde el río se concentra en un recodo más ancho y se crea una balsa completamente azul. La pena es que cuando pasábamos por allí empezó a llover más fuerte y no paramos a verlas.

Después de parar a comer, seguimos y nos encontramos con uno de los lagos más grandes de la isla sur. El lago Wanaka. De origen glaciar tiene forma alargada y mide unos 42km de largo, el lago llega hasta donde alcanza la vista, y mucho más, por que se pierde por un montón de brazos que se meten entre las montañas. Cerca de este, está el lago Hawea, casi tan grande como este y también con unas vistas impresionantes.
La carretera nos lleva por la orilla de los dos lagos hasta la ciudad de Wanaka. Un lugar muy bonito, rodeado de montañas nevadas y con el lago en frente, y un parque con unos paseos impresionantes.









Fotos del lago Hawea, el "pequeño"

Tras encontrar el camping, instalarnos y cenar, es hora de irse a la cama que mañana nos espera Queenstown. La ciudad de los deportes de riesgo!!

domingo, septiembre 23, 2012

Día 11. Los glaciares. Franz Joseph & Fox y Mount Cook



Por Juanjo.
 
Hoy, y haciendo un resumen antes de explicarlo con más detalle, puedo decir que Rober y yo hemos hecho una de las cosas más alucinantes de toda nuestra vida. Hemos volado en helicóptero, visto dos de los glaciares más impresionantes del mundo y aterrizado encima de uno de ellos, y sobrevolado el Mount Cook, el pico más alto de toda Nueva Zelanda.

Después de un par de horas de conducción desde nuestro último destino, y sin habernos encontrado con nadie en la carretera –lo repito, dos horas SOLOS en la carretera-, hemos llegado hacia uno de los puntos culminantes de nuestro viaje y de los que más ilusión nos hacía: los glaciares.


Un glaciar, para los que todavía no lo sepan (yo no me he enterado bien hasta saber que iba a visitar uno) es un gran pedazo de hielo que se forma sobre la tierra y que se mueve lentamente montaña abajo a una velocidad media de 1,5 metros al día. Los glaciares se alimentan de la acumulación de nieve en los valles a grandes alturas donde se condensa formando un hielo azulado. Esta lengua de hielo se va deslizando hacia abajo provocando profundas fisuras y recogiendo a su paso tierra que va puliendo las laderas de las montañas formando valles en U. Los glaciares Franz Josef, de 11 km de largo, y Fox, de 13 kilómetros de largo (los que hemos visitado) son únicos al descender desde regiones de nieves perpetuas hasta zonas pobladas por bosque tropical cercanas a la costa (información sacada de nuestra guía de viaje).

El caso es que la idea era buscar una compañía que nos subiera en helicóptero para sobrevolarlos por lo alto y flipar con las vistas. Lo que no sabíamos es que era tan, tan, tan alucinante. Después de visitar tres o cuatro de estas empresas, vimos que todas parecían haber puesto los mismos precios y las mismas rutas, pero hablando con una de las vendedoras nos contó que se habían caído dos personas en ese momento, y que si lo hacíamos 20 minutos después (lo normal era esperar un par de horillas hasta el siguiente vuelo) nos hacía un descuendo de 20 dólares a cada uno. Encima era un vuelo de los largos, 30 minutos, con parada en uno de los glaciares y además sobrevolar el Monte Cook, que es el más alto de todo el país. Así que hemos dicho que si instantáneamente.

 
Hemos tardado cinco minutos en ir a la caravana, pertrecharnos –abrigos, varias capas de ropa, las botas impermeables de andar, guantes-… para luego nada, porque hacía un tiempo maravilloso y hasta bueno para ir incluso con manga corta.

No sabría como describiros las sensaciones que hemos tenido al montar en el helicóptero, la emoción que se te sube en el estómago al despegar, y sobretodo, las increíbles e indescriptibles imágenes que hemos captado al sobrevolar a gran altura esa maravilla de glaciares, con un color azul resplandeciente que parece hecho por ordenador. ¿Recordáis haber visto alguna peli donde un avión sobrevuela montañas nevadas en primera persona y alucinas? Pues lo mismo, pero esta vez de verdad. Sobrevolar estas cordilleras, mirar los valles enormes y casi infinitos nevados, las praderas a lo lejos, los ríos enormes que a esas alturas parecen hilos de seda, no tiene nombre. Las fotos y vídeos que hemos hecho son alucinantes, pero no hacen justicia a la sensación de estar allí.

 El glaciar fox, hasta su final
 
Y no solo es eso, es que además… ¡¡¡Hemos aterrizado en lo más alto del glaciar Franz Josef!!! La nieve pura y virgen que se te hunde hasta las rodillas nos ha dado la bienvenida y hemos podido respirar el aire más puro de nuestras vidas… la nieve olía a virgen, el aire era mucho más ligero que de costumbre, y la sensación de estar ahí perdido en medio de la montaña no tiene parangón. De nuevo, nos hemos hecho unas fotazas y disfrutado del paisaje durante un ratillo –la pareja que ha venido con nosotros, unos Australianos, eran la mar de majos y estaban igual de flipados que nosotros-.

El inicio del glaciar en lo más alto de la montaña

Luego ha venido lo mejor, que ha sido volar alrededor del Mount Cook, como os he contado antes… No éramos conscientes de lo alto que estábamos hasta que, ya en descenso hacia nuestro destino, el piloto nos ha hecho mirar la que por lo visto es la pista de nieve más alta del país… y la casa parecía tan, tan, tan pequeña que hasta que no la hemos visto no hemos hecho cálculos de la altura. Lo que más ha molado ha sido el descenso sin duda, porque ha metido gas, hemos ido rapidísimo, bastante a ras de suelo y haciendo unos giros que casi nos quedábamos de lado. El piloto hasta nos ha preguntado si estábamos bien por la velocidad y esos giros tan espectaculares… ¡Ha sido una pasada!.


En fin, que como podréis imaginar dadas mis palabras (también como si fueran de Roberto) estamos flipados con la experiencia y, aunque un pelín cara (500 y pico dólares por los dos) ha sido sin duda dinero bien invertido. Si venís aquí, IMPRESCINDIBLE.

El Mount Cook, le hemos pasado cerquita!

Después de esto no nos quedaban energías para nada, así que hemos vuelto al camping –el más bonito de los que hemos visitado hasta ahora-, nos hemos metido en la piscina caliente –como la del otro día.-, hemos dado un paseo por la ciudad, cenado una hamburguesaza (gigantesca!) en un restaurante muy chulo y a la casa-rodante a descansar. Ha sido un día maravilloso.

Día 10. Patos, gallinas y focas, Pancake rocks, Hoitikia


Por Rober

En el camping en el que dormimos ayer (no había nadie mas que nosotros),  dentro de sus instalaciones tenían una granja con unos cuantos animales metidos en una vallas, a los que podías dar de comer. Había ovejas, gallinas, ciervos, pájaros raros, una especie de avestruces con mala leche y un cangurito supermajo!!
Esta mañana cuando nos hemos levantado una docena de patos estaban en la puerta de la caravana chillando y esperando a que saliéramos :D



Esta claro que querían comida, y te seguían todos andando detrás de ti y rodeándote hacia donde fueras… pero como no teníamos nada que darles, se han quedado con las ganas los pobres.
Después de recoger nos hemos puesto en marcha hacia la costa. Toda la carretera iba entre montañas repletas de árboles y por el lado de un río. El río Buller, que nace cerca de donde estábamos y hemos ido viendo como crecía, al principio era poca cosa, y parece ser que es ideal para la pesca con mosca (Diego, pedazo ríos hay aquí, ibas a flipar!) poco a poco va ensanchando y se realizan descansos en kayak, y ya en la desembocadura era un río enorme, con un gran caudal de agua azul celeste. 



Nuestro destino era ir ver una colonia de focas que viven durante todo el año en unas rocas cerca de la ciudad de Westport. Tras aparcar al lado de una playa que en verano tiene que ser genial, hemos subido por un sendero que te lleva al mirador desde donde se pueden ver. En esta época las crías ya han crecido y es cuando empiezan a salir a pescar solas, pero la mayoría estaban tiradas en las piedras tumbadas al sol. Como el mirador no estaba muy alto se pueden ver fácilmente, hemos visto unas 15. Que monas!



Desde allí, siguiendo por el sendero se llegaba a un faro bastante antiguo y que había leído que era chulo y con buenas vistas. Esta al lado de unos acantilados muy bonitos, y se llega por un sendero muy agradable. Pero lo que es el faro, no es gran cosa, ni siquiera es el que sale en los carteles de información, que era de madera de 1840 (lo digo de memoria). El que hay ahora es bastante soso, pero como hacía un tiempo estupendo ha merecido la pena el camino. Por fin se puede volver a estar en manga corta, jeje
Por toda esta zona, hay un montón de pájaros que se llaman Wekas, son una especie autóctona y son como una gallina parda, pero con la cabeza de una perdiz. Parecen un poco tontos, y se asustan fácilmente, pero están por donde hay gente roneando a ver si les cae algo de comida.



Después de Almorzar hemos cogido la carretera hacia el sur… ¡¡¡y vaya paisajes!!! Hemos ido todo el camino al lado del mar, tramos subiendo por las laderas llenas de curvas, y rectas al lado de la playa con el sol reflejándose en el agua. Hemos parado un par de veces en los miradores, por que el paisaje es increíble, y el que conducía, en este caso yo, se lo pierde. Por este camino pasas por otra de las curiosidades naturales de Nueva Zelanda. Al lado del pueblo de Punakaiki, se encuentran las Pancake Rocks, que son unas formaciones rocosas, que por la erosión del agua y el viento se les han creado surcos horizontales, de modo que parecen torres de tortitas. Cuando la marea esta alta y el mar un poco más agitado, al romper las olas el agua sale disparado hacia arriba entre ellas. Están junto a la carretera, tras un paseíto asfaltado entre la vegetación y con puentes para pasar entre ellas, se convierte en una visita muy curiosa.



Depuse de seguir un rato nuestro camino hacia el sur y ver esconderse el sol en al playa, hemos decidido hacer noche en Hokitika, que nos deja cerca de nuestro destino para mañana… los glaciares!!



Curiosidad: Aquí en nueva Zelanda ya hemos comentado que son muy educados; se nota que tienen una gran conciencia social para cuidar al medio ambiente (hay hasta 6 contenedores de reciclaje distintos, en todas las calles) pero además de eso, son muy limpios. No se dentro de sus casas, pero por la calle, no ves ni un papel tirado en el suelo, ni una lata, ni basura. Ni en los pueblos, ni en las ciudades, ni parques, ni mucho menos en las playas o en el campo. 
Como curiosidad, decir que hoy cuando hemos aparcado para ver las Pancake, había en el suelo tirado un vaso de refresco y una bolsa de papel. De un coche que ha aparcado delante de nosotros se han bajado un matrimonio, lo han recogido del suelo, han cruzado la carretera para tirarlo a la papelera, y después se han ido a ver las rocas… no digo más!


En un rato colgamos lo que hemos hecho hoy, que os adelanto que es una de las cosas más increíbles que hemos hecho en nuestra vida...

viernes, septiembre 21, 2012

Día 9. Cambiamos de isla, Nelson, pequeño pueblo Murchinson



Hoy no hemos hecho gran cosa a parte de conducir hasta nuestro siguiente destino, que es “Fiorland”, el país de los fiordos, como lo llaman aquí, y la zona más espectacular de todo el país, según cuentan.

 
Hemos despertado horriblemente pronto para montarnos en el Ferry que cambia de isla. El trayecto dura unas 3 horas, desde Wellington, hasta Picton. La verdad es que ha sido curioso viajar en un barco tan grande, que va cargado de coches, camiones y motos hasta las trancas. Ha sido muy agradable, y además nos ha proporcionado unas vistas de los fiordos impresionantes… ¡Menudas fotazas hemos sacado!




Después de estas tres horillas en el mar, ya desembarcados, Rober ha tenido la “feliz” idea de tomar un atajo por una carretera de montaña por la que supuestamente nos íbamos a ahorrar un trecho bastante grande. Menudo error. Que horror de carretera, empinada no, empinadísima, estrechísima y con unas curvas que marean. Menos mal que ha terminado más o menos pronto. (Nota de Rober: Aún así os hemos ahorrado tiempo, y las vistas merecían la pena).

Después hemos llegado a Nelson, una ciudad costera muy bonita y con una playa preciosa. Hemos comido en un restaurante maravilloso de comida rápida, pero especializados en ensaladas. Yo me he metido en el cuerpo una ensalada césar y un wrap de pollo que estaban de muerte y Rober una patata asada con queso y pollo también muy rica.


Con las pilas cargadas hemos seguido nuestro camino otro par de horas, pero con el atardecer amenazando hemos decidido parar en el siguiente camping, que ha resultado ser el más bonito de todos los que hemos visitado hasta ahora. Tiene hasta una granja con avestruces y canguros! Una pasada. Además, el pueblo, que se llama Murchinson, es tan increíblemente tranquilo, tan bonito –está en un valle rodeado de montañas nevadas preciosas- y da tan buen rollo que el paseo que hemos dado por la ciudad ha sido super relajante.


Mañana nos espera más carretera. Ahí vamos!