Por Rober
Hoy ya hemos acabado de visitar la zona sur de la isla; y
hemos cogido dirección hacia el norte por el lado este; nuestro primer objetivo
ha sido la ciudad de Dunedin. Es la segunda ciudad más importante de la isla
sur; y ha resultado ser más bonita de lo que nos pensábamos.
Todo el centro de la ciudad se sitúa alrededor de una plaza
llamada “Octogon” y allí es donde están los edificios más importantes; dos
catedrales y bajando por una calle se encuentra el palacio de justicia y la
estación de tren. Toda esta parte tiene un aire muy europeo, y además todo está
muy cerquita y se puede visitar en un rato.
Como curiosidad, en esta ciudad esta la calle más empinada
del mundo, pero como no la he encontrado en el mapa no hemos ido a verla; por
que además, no íbamos a tener ganas de subirla :P
La estación de trenes de Dunedin
Después de ver la ciudad y comer en un restaurante Japones
(muy rico pero bastante caro), hemos ido a la península de Otago; que sale de
la ciudad siguiendo una carretera que da un poco de miedo. Al menos conduciendo
un trasto tan grande; Un carril por cada sentido, que se van estrechando según
avanza la carretera.
Esta toda llena de curvas bordeando la península, y al lado
izquierdo, el mar a unos 30cm del carril!!
Cuando hemos llegado hasta el final se puede ver un
acantilado donde hay cientos de gaviotas, albatros y patos que anidan allí, y
se les ve entrando y saliendo volando entre las rocas. En la cima del
acantilado hay un faro y un centro de protección del albatros; en donde si
pagas, te enseñan como anida y se les puede ver más de cerca.
En esta península también salen excursiones para ver de
cerca de los pingüinos; tras varios días intentándolo, todavía no hemos podido
ver a ninguno.
Siguiendo nuestra ruta hacia el norte, hemos parado en un
camping que esta al lado de la playa (donde también se supone que hay pingüinos,
pero nada…). Al lado de este camping se encuentran las Moeraki Boulders, unas extrañas
rocas esféricas, esparcidas por la playa, que se crearon hace 60 millones de
años. Dicen que se formaron de la misma manera que las perlas dentro de las
ostras, añadiéndose capas que se petrifican con el paso del tiempo.
En plan Katamari
Hay unas
cuantas en la arena que se pueden ver cuando baja la marea, pero se supone que
entre la tierra de al lado de la playa y por debajo de la arena hay muchas más.
La verdad es que es muy curioso verlas allí golpeadas por las olas.
Antes de volver a la caravana, un ultimo vistazo a ver si
aparece algún pingüino, pero nada. Otro día será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario